El hecho que haya un problema fuerte en nuestras vidas produce 3 cosas: ansiedad, temor y angustia mental.
Y es que no peleamos con gente sino con espíritus. Efesios 6,12
En primer lugar empujarnos a pensar que uno es el responsable de la incapacidad, inhabilidad o falta de visión espiritual. Pudiéramos llegar a considerar, como los amigos de Job, que la desgracia (económica, social, intelectual, etc.) es producto de una relación defectuosa con Dios.
En segundo lugar afectar nuestra autoestima que inclusive pudiera llegar a un punto muy bajo y peligroso.
En tercer lugar pudiera haber una tendencia a agotarnos donde al principio resistíamos. Vemos que con el tiempo la fuerza vital que teníamos para combatir lo negativo se nos acaba o agota.
En cuarto lugar angustiarnos al pensar que podríamos ser hallados “infieles” ante Dios y por eso los problemas.
Esta percepción inadecuada de la realidad es la que Satanás pretenderá que vivamos con el propósito de derribarnos, enterrarnos o de imponernos una carga.
PUNTOS POSITIVOS
Los problemas pueden ser muy beneficiosos para nosotros: los hijos de Dios.
El Señor interviene personalmente, para demostrar que la visión que tenemos de nosotros mismos (autoestima) es incorrecta. Durante este período es cuando el creyente tiene la oportunidad de adquirir valiosa y abundantes cualidades que el Señor aprecia.
Durante esta etapa de problemas tenemos la oportunidad de aprender a mantenernos serenos en medio de la adversidad. No se debiera concentrar en los efectos de la adversidad sino en los beneficios que indirectamente se derivan de ella, como un privilegio el ser partícipe de la cruz de Cristo.
Luego de vencer esta crisis nosotros estaremos capacitados para ministrar a los sufrientes
El sufrir durante esta etapa se transforma en un privilegio, pues estaremos experimentando parte del sufrimiento que nuestro Señor padeció. La adversidad que se levanta la veremos como una oportunidad de acercarnos más a Jesús.
NUESTRA ACTITUD
1 Pedro 1, 6
Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
Debemos ver la parte positiva de la prueba, saber que siempre ganaremos sostenidos de la mano de Dios y luego de ganar, Dios nos dara su propia alabanza. La prueba nos hace bien, si miramos positivamente la prueba no nos hara daño el enemigo que solo busca entristecernos, si vemos con fe la prueba nuestra fe se hara mas valiosa y Dios mismo nos alabara por ello. Asi habremos cruzado el llamado PUENTE DE LA CONFRONTACION y llegaremos a un nuevo nivel de madures espiritual.
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