Viviendo el Paraiso

jueves, 23 de septiembre de 2010

BAJO CONTROL, O CONTROL BAJO

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La misma pregunta que se hacen los empresarios “cuan lejos puedo llegar en mis errores y seguir en el mercado satisfaciendo a mis clientes” nos hacemos muchos cristianos. ¿Cuan lejos puedo llegar con mi pecado y todavía seguir llamándome cristiano y tener el perdón de Dios? La pregunta debió haber sido: ¿Cuan santo puedo llegar a ser?


¿Cuál es tu meta en la vida, la "excelencia" o la obediencia? ¿Cuál es la diferencia?


Centrarmos en la obediencia es enfocarnos en la perfección y no en la «excelencia», que en efecto es algo menor.

«Espera un minuto!», dices. «Yo pensaba que la excelencia y la perfección eran la misma cosa». .

A veces aparentan serio, pero la simple excelencia deja espacio para alguna mezcla. En la mayoría de los campos, la excelencia no es una norma fija. Es una norma mezclada. Permíteme mostrarte lo que quiero decir.

Muchos negocios están en búsqueda de la excelencia. Podrían muy bien estar buscando la perfección, desde luego, un producto perfecto, un servicio perfecto, pero la perfección es muy costosa y acaba con las ganancias. En vez de ser perfectos, los negocios saben que es suficiente darle a sus clientes la apariencia de perfección. Estos negocios encontraron un lucrativo equilibrio entre la calidad y los costos, al detenerse en el camino sin haber logrado la perfección.

Para encontrar este equilibrio a menudo se fijan en sus compañeros con el fin de descubrir « las mejores prácticas» de su industria:

¿Hasta dónde podemos fallar y todavía aparentar la perfección?  Los negocios consideran que es lucrativo quedarse corto a mediados del camino hacia la excelencia porque la perfección cuesta demasiado.

La misma pregunta que se hacen los empresarios “cuan lejos puedo llegar en mis errores y seguir en el mercado satisfaciendo a mis clientes” nos hacemos muchos cristianos. ¿Cuan lejos puedo llegar con mi pecado y todavía seguir llamándome cristiano y tener el perdón de Dios? La pregunta debió haber sido: ¿Cuan santo puedo llegar a ser?

Estamos enfocados en buscar una santidad a medias, siempre miramos a nuestros costados y nos comparamos con otros cristianos. Si ellos pecaron, nosotros también podemos hacerlo. Incluso nos sentimos justificados porque otros también le fallan a Dios, y eso hace que nos sintamos menos culpables. Buscamos la excelencia, no nos importa si mezclamos la luz de Dios con un poco de tinieblas, no te tememos a esa mezcla entre los mandatos de Dios y los hábitos de la sociedad. Deberíamos buscar la perfección. Buscar no fallarle a Dios.

El rey Josías de Israel solamente tenía veintiséis años de edad cuando enfrentó una situación similar al descuidar las normas que Dios estableció.

En 2 Crónicas34 leemos cómo se halló una copia de la ley de Dios, olvidada durante mucho tiempo, en una extensa renovación del templo. Mientras a Josías le leían la ley, en voz alta, él escuchó las normas de Dios en forma ineludible, y reconoció el fracaso del pueblo que no logró vivir de acuerdo con las mismas.

Josías no dijo: «Dejémonos de esas cosas, por favor. Hemos vivido de esta manera durante mucho tiempo. ¡No hay por qué ser legalista al respecto!»

Claro que no. Josías se horrorizó. Rasgó sus vestidos como señal de pena y desespero. «Grande es la ira del Señor», dijo él, e inmediatamente reconoció la negligencia de su pueblo y procedió a buscar la dirección de Dios.

2 Cronicas 34, 29 - 33 Entonces el rey mandó llamar a todos los ancianos de Judá y Jerusalén, para que se reunieran.


Luego el rey y todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y los sacerdotes, los levitas y la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande, fueron al templo del Señor. Allí el rey les leyó en voz alta todo lo que decía el libro de la alianza que había sido encontrado en el templo del Señor.


Luego el rey se puso de pie junto a su columna, y se comprometió ante el Señor a obedecerle, a poner en práctica fielmente y con toda sinceridad sus mandamientos, mandatos y leyes, y a cumplir las condiciones de la alianza que estaban escritas en el libro.


Después hizo que toda la gente de Jerusalén y de Benjamín que se encontraba allí se comprometiera a cumplirla. Y los habitantes de Jerusalén cumplieron la alianza de Dios, el Dios de sus antepasados.


Josías suprimió las infames prácticas que había en todos los territorios de los israelitas, e hizo que todos los que se encontraban en Israel dieran culto al Señor su Dios. Y mientras él vivió, no se apartaron del Señor, Dios de sus antepasados.

Allí no hubo mezcla alguna. Al reconocer que las normas que Dios estableció son las de la verdadera vida, Josías se levantó y derrumbó todo lo que estaba en oposición a Dios.

¿Reconoces que has estado viviendo bajos las normas mezcladas de una mediocre excelencia?. ¿Cometes algonos pecadillos que ya no saben tan malos mientras todavía aparentas ser cristiano? - o en cambio - ¿ tu meta ha sido la obediencia y la perfección, que son a lo que en realidad te llamaron? ¿Cómo lo sabrás? Por el precio que estés dispuesto a pagar.

¿Qué te está costando tu vida cristiana?

Aprender sobre Cristo cuesta algo. Vivir como Cristo, cuesta mucho.

Cuesta algo unirte a varios miles de hombres en una conferencia para cantar alabanzas a Dios y luego aprender cómo debemos vivir; cuesta mucho llegar a casa y permanecer fielmente comprometido a los cambios que dices haber hecho en tu vida.

Cuesta algo evitar una revista Playboy; cuesta mucho controlar a diario tus ojos y tu mente.

Cuesta algo enviar a tu hijo a una escuela cristiana para que otros les enseñen sobre Dios; cuesta mucho celebrar regularmente las devociones familiares, en las que papá dirige coros en adoración y un tiempo de sincera oración.

Cuesta algo insistir en que tus hijos se vistan modestamente; cuesta mucho enseñarles a pensar de forma modesta y apropiada.

Entonces, ¿dónde estás ubicado? ¿Te sientes cómodo? ¿Hay en tu comportamiento una amplia tolerancia hacia el pecado? ¿Te han llevado tus intentos 'por acercarte a Dios a un alto nivel de “mezcla” en tu vida?

Dios es tu Padre y espera que lo obedezcas. Luego de otorgarte el Espíritu Santo como tu fuente de poder, Él cree que sus mandamientos deben ser suficientes para ti, de la misma manera que tú crees que tus órdenes deben ser suficientes para tus hijos.

El problema es que no andamos en busca de tal obediencia. Andamos en busca de la simple excelencia y Su mandamiento no es suficiente. Rechazamos el asunto y respondemos: «¿Por qué debo eliminar los habitos (pecados) de los que estoy acostumbrado? ¡Eso es demasiado difícil!»

Una batalla espiritual por la pureza se libra de continuo en cada alma y corazón. Los precios son verdaderos. Obedecer es difícil, requiere humildad y mansedumbre, ingredientes que ciertamente son muy raros.

Es tiempo de buscar ser mejores, en lugar de buscar ser menos pecadores, es tiempo de valorar realmente las normas de Dios en lugar de valorar el status quo de la sociedad. Dios no te llamo para ser menos pecador que un “no cristiano”, Dios te llamo a que seas como Jesús. Es tiempo de olvidar la mezcla entre el pecado y la comunión con Dios, es tiempo de arrepentirnos, es tiempo de BUSCAR LA PERFECCION, TIEMPO DE BUSCAR A DIOS.

El Espiritu Santo te capacita para que puedas hacer esto, vamos, la meta es ser como Jesus.

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